Recuperar la historia y la esencia de la organización
(respuesta de José Mari Olaizola, 1993-2001)
La dimensión del artículo solicitado me obliga a escribir algunos rasgos sobre lo que se me pide, los cuales necesitan muchas matizaciones, puntualizaciones, aclaraciones, etc..., por lo que se deben entender con la prudencia necesaria.
Algo previo. Desde nuestras posiciones, siempre hemos criticado, legítimamente, el olvido de nuestra propia historia; fue el pago de la transición. En estos tiempos se habla de ello, se recupera, incluso en la CGT se trabaja el tema, y recuperamos algo a lo que nunca habíamos renunciado: una historia, nuestra historia, en la que nos reconocemos. Hablamos de esa parte de la historia, esencialmente de aquella CNT revolucionaria que tuvo un papel muy importante en la lucha por la libertad, la justicia y la fraternidad, idealizándola en exceso, siendo poco rigurosos, lo cual no es bueno. Poco o casi nada hablamos de la parte posterior, la del exilio, aquélla que nunca rindió cuentas y condicionó negativamente la reconstrucción de la CNT. Y, la CGT tiene otra historia mucho más reciente que comienza en el Vº Congreso de la CNT, finales de 1979, y es la gran olvidada, lo cual es un problema, porque el ser de la Organización se pierde. Estaría bien que este intento de Libre Pensamiento sirva para, al menos, plantearse el problema, para saber que hubo otros tiempos más o menos recientes, desde ese Vº Congreso, que fueron más duros, difíciles, sin medios… Pero que de allí nació la CGT.
Hablo de memoria, lo cual es un problema. Con anterioridad al Vº Congreso ya tuve desde el inicio de mi militancia en la CNT responsabilidades orgánicas, tanto a nivel local, en Hernani, como en el regional de Euskadi, como en el estatal. Tuve una participación intensa en toda esta etapa, en los prolegómenos del Vº Congreso, en la decisión del abandono de los sindicatos en dicho Congreso, por optar por un cambio estratégico fundamental, el de la participación en las elecciones sindicales; en la constitución de la “CNT Congreso de Valencia” y su desarrollo; en la puesta de las bases para que se pudiese dar el Congreso de Unificación; y, entre otras actividades, con dedicación plena, en una lucha histórica en el movimiento obrero contra la implantación del cuarto equipo en la Michelin de Vitoria o en las luchas en el campo andaluz. En 1984, en el momento de la celebración del Congreso de Unificación, en contra de mi voluntad, me voy del país. Vuelvo en 1989.
Desde mi óptica, dejo una CNT combativa, radical, aun con muchos problemas con el otro sector; una CNT sin liberados de ninguna clase; sin subvenciones; con apenas un puñado de delegados; una CNT Congreso de Valencia que, en ese momento, al unificarse con el sector que de nuevo se desgajó de la CNT, sector mucho más importante que el que nosotros representábamos, aumento mucho cuantitativamente. A mi vuelta percibo una CNT algo diferente, diría, más “civilizada”, más grande, más delegados, con subvenciones, liberados, etc.
Ese año, 1989, la CNT de Euskadi me ofrece trabajar para la organización, y a los meses se me propone ir a Madrid (teniendo en cuenta todo mi pasado militante anterior) y participar en una de las candidaturas que se presentaron en el XI Congreso, como secretario de Organización. Celebrado en diciembre de 1989, fue un congreso muy dividido y polémico. Como tal, ejerzo mis responsabilidades hasta la celebración del XII Congreso, celebrado en diciembre del 93, en el que soy elegido Secretario General. En el transcurso de esos cuatro años, entre el 89 y el 93, existe una inestabilidad en los respectivos Secretariados Permanentes, como demuestra el hecho de la dimisión de Emilio Lindosa, al año y medio de su elección, el nombramiento de Pepe March como Secretario General (ya lo había sido en el Congreso de Unificación) en el II Congreso Extraordinario de 1991, si no me equivoco, que también dimitió un año más tarde, más o menos, y el nombramiento provisional de José Mª Berro, hasta la celebración del XII Congreso. Todo esto necesitaría muchas explicaciones y valoraciones. Y, todo esto, lo veo necesario para explicar cómo y porqué llegué a la Secretaria General, después de toda una dedicación a la Organización y de haber asumido muchas responsabilidades en tiempos difíciles.
A pesar de ello, ante la tesitura de presentarme a la Secretaría General, contacto con diferentes compañeros para proponerles la asunción de dicha responsabilidad. Solo voy a dar el nombre de uno de ellos, ya que desgraciadamente está fallecido: Paco Martínez, del Sindicato de Transportes de Madrid (RENFE). Ante la negativa de todos, decido hacerlo. No me creía la persona adecuada para ser el Secretario General, pero ante la falta de alternativa, o ante la alternativa de una gestora que proponían otros, entendí que era una falta de responsabilidad no hacerlo, y, aunque con cierta polémica, me presenté. Este mismo sentimiento de no ser la persona más adecuada ya lo había tenido cuando fui nombrado Secretario General de Euskadi, en no sé qué año, después del abandono del Vº Congreso. En el XIII volví a ser reelegido como Secretario, con una aceptación considerable y tranquila.
En consecuencia, llegué a la Secretaría después de cuatro años como secretario de Organización, donde conocí todo ese cambio de Secretariados Permanentes, al que, por supuesto, no fui ajeno. Al mismo tiempo, fui conociendo la “nueva” organización surgida del Congreso de Unificación, ya con la nueva denominación, CGT, después del litigio planteado por las siglas por parte de la CNT-AIT. Así llegué y éstas fueron las circunstancias: sobre todo con un “miedo” considerable; el “temor”, esencialmente, de tener que ser “un hombre público”.
Lo que guió mi actuación eran esos cuatro años pasados, suficientes para conocer bien el estado de la Organización, y las necesidades que nos marcaban la situación económica, social y política, y cómo intervenir en ella. Las grandes líneas pasaban por:
- Impulsar la participación y recuperar la coherencia organizativa, bastante destartalada.
- Responder a las agresiones de capital.
- Salir a la calle.
- Buscar la unidad en la izquierda en la acción, sin perder nuestro discurso y siendo motor de la misma.
- Potenciar las relaciones internacionales y crear instrumentos de coordinación reales.
- Potenciar la propaganda interna y externa.
Hablando del “temor”, prácticamente de sopetón me encontré y nos encontramos con la Huelga General del 27-E, que convocamos unitariamente con el resto de organizaciones: CCOO, UGT, USO, ELA y CIGA. El debate en la Organización fue importante y se impuso con amplitud suficiente el participar activamente en ella; insisto, con nuestro discurso. Éste era un debate necesario ya que suponía salir de la marginalidad, superar miedos, sectarismos y participar en cualquier foro. Sobre los “temores” personales, la colaboración de un miembro del Comité Confederal fue providencial para mí. Decir que en el ejercicio de mis responsabilidades, especialmente en la Secretaría General, he contado con colaboraciones importantes, muy importantes en algunos casos.
A nivel interno, se intenta coordinar el Área Pública con las Empresas Públicas, ante la ola de privatizaciones. Algunos ejes de trabajo eran dotar de medios a las Federaciones de Industria, con el compromiso de desarrollar planes de trabajo; coordinar la elecciones sindicales; debatir y hacer seminarios sobre el reparto del trabajo y de la renta, con la creación de una comisión al respecto; impulsar una coordinación de profesores universitarios con dos finalidades: la sindical y la cultural, con la potenciación del Libre Pensamiento; se crea una comisión económica para que la solidaridad no sea solo una divisa y se convierta en realidad ante una situación bastante caótica en el pago de cotizaciones; se dedica todo el tiempo necesario y más a intentar conseguir coherencia organizativa siendo consecuentes con nuestros acuerdos y compromisos. Se consiguen avances en algunos terrenos, aunque los objetivos marcados no se alcanzan ni remotamente.
Se sale a la calle y se recupera una actividad que estaba perdida. Se convoca la Huelga General del 27-E, pero también se anima la Marcha contra el paro, la pobreza y la exclusión social, con otras organizaciones sociales, culminando con una importante manifestación en Madrid; una Marcha contra la Europa del Capital, con una participación importante por nuestra parte; la campaña contra la Privatización y el Desmantelamiento del Sector y empresas Públicas, con manifestación central en Madrid, junto a los STEES; la campaña por Nuestros derechos. Contra la Exclusión Social, con manifestación central en Madrid junto a otras organizaciones de la Coordinadora Anti-Maastrich; las campañas Europeas contra el Paro, la Pobreza, la Exclusión, Contra la Guerra, con manifestaciones en Amsterdam, Colonia, Lyon…; la Campaña por las 35 horas, con recogida de firmas e importante manifestación central en Madrid, con IU y otros... Se recupera y dinamiza la relación con las organizaciones sociales, tanto de aquí como europeas. Nuestra voz en las decisiones de movilizaciones europeas es tenida en cuenta y tiene su peso. Este bloque de actuación es lo más importante, con algunas otras cosas.
En estas dos etapas de gestión hay que marcar dos momentos diferentes, entre el primer mandato y el segundo. Los logros tuvieron que ver con la mucha información y propaganda, explicando a la afiliación un discurso contra la globalización y la necesidad del reparto, y la obligación de estar con los más desfavorecidos de la sociedad, además de reivindicar en todo momento los derechos de los trabajadores y los ciudadanos en general. Y se consiguieron cosas haciendo un trabajo sobre el terreno, de visitas a Federaciones Locales, celebrando asambleas, hablando con la afiliación, poniéndoles ante su responsabilidad. También potenciando la propaganda, el Rojo y Negro, el Libre Pensamiento, que se consolidan con firmeza. Seguro que hay cosas que olvido.
En la primera etapa se trabajó con un Comité Confederal que desarrollaba un buen trabajo, que hacía propuestas, que debatía y acordaba y siempre en la dirección de construir. En la segunda etapa se entró en una dinámica diferente, bastante inútil, con un Comité Confederal que comienza a discutir hacia dentro y donde los trabajos del mismo no iban en la buena dirección: las polémicas estériles empezaron a dominar. Se empezó a perder entusiasmo en la movilización hacia el exterior y comenzó a decaer la tensión, hacer el trabajo sobre el terreno se hizo más complicado, no existía aceptación y las “peleas” y la comodidad lo iban frenando todo.
Sería larguísimo enumerar las campañas que se desarrollaron durante este periodo. Otras actividades importantes a señalar fueron la potenciación del Taller de Imágenes, editándose numerosos vídeos; el hermanamiento con los zapatistas y todo el trabajo que se desarrolló alrededor de ello; la creación de la SIL, como núcleo de coordinación de organizaciones libertarias a nivel internacional (aunque más exacto sería decir a nivel de Europa y América Latina); se construyó el segundo albergue de Ruesta y la Casa de La Cultura “Ramón Acín”, llegando a un nivel de ocupación de las instalaciones importante, que progresaba año tras año...
Quiero hacer una referencia al trabajo internacional. Al margen de los reseñados ya de participación en las marchas europeas, movimiento antiglobalización, el zapatismo, la coordinación con sindicatos libertarios y anarcosindicalistas, la SIL, incluso en el mundo árabe, Marruecos, Libia…, hubo un trabajo importante, paciente, fruto de muchos análisis y valoraciones para decidir una estrategia que nos ayudase a superar diferencias y buscar los planteamientos unificadores, además de las propuestas a hacer, con compañeros franceses, algún suizo y algún italiano. Especialmente los franceses ayudaron a superar el sectarismo existente entre las diferentes organizaciones libertarias, potenciando una unidad en la acción que se manifestó en muchas de las movilizaciones europeas, creando los “bloques rojinegros”, y visualizándose una alternativa libertaria. En este punto voy a recordar a dos de esos compañeros que jugaron un papel muy importante, ya fallecidos desgraciadamente, Gerard y Jaqui Toublet.
Los “grandes debates” afectaban esencialmente a la parte estatutaria; sobre el resto, no era tan complicado llegar a acuerdos. Debates que creaban bloques enfrentados. Los mismos ya supusieron un gran problema en el XI Congreso, a punto de dividirse la Organización en dos mitades: votación proporcional en las Plenarias, Comisión de garantías o de resolución de conflictos, representación de las tendencias (30%), Conferencia Estatal de Federaciones de Ramo, cargos orgánicos de afiliados a organizaciones políticas, afiliación de funcionarios de prisiones…
Debates que creaban tensiones, muy fuertes en ocasiones. Sin embargo, cuestiones mucho más fundamentales en el devenir de la Organización se iban superando en la práctica, y anulaban, sobrepasándolos, los supuestos peligros de adoptar cambios estatutarios que para algunos suponían el final de una organización libertaria. Debates de un nivel serio, pero que no eran una demanda de la Organización, sino de sus militantes más politizados, pero no producto y necesidad de la intervención de la misma en la realidad social.
Como decía al principio, en el Vº Congreso se produjo un abandono de sindicatos porque veíamos la necesidad de presentarnos a la elecciones sindicales, y dicho cambio estratégico, de una importancia enorme, fue conformando el futuro de la Organización, por lo que suponían las mismas elecciones. El acuerdo era claro: se tomó para evitar la marginación, pero, al mismo tiempo, se criticaba con rotundidad el sistema de elecciones sindicales, y se planteaba la nueva estrategia participativa como un medio para “vaciar de contenido los comités”. Esa práctica de la que hablo, y que la mayoría va imponiendo, ha producido otro giro estratégico importante, no acordado, no escrito: las elecciones sindicales son una finalidad y todo vale para conseguir resultados, y ello va conformando una organización con unas estructuras de “poder” producto de este nuevo giro estratégico. Ello supera todos los debates anteriores. En fin, los esfuerzos por dar coherencia organizativa, en base a los acuerdos, no se consiguió, no fui capaz de hacerlo. Todo esto, y otros debates de esa época, necesitan argumentarse, se necesita dar informaciones más precisas al respecto, que surgen más que de los papeles del conocimiento de la práctica cotidiana de la Organización. Para ello hacen falta más líneas. Lo anterior era un ejemplo de ello: en aquel tiempo surgían grandes debates que daban lugar a grandes tensiones, que se llevaban al papel y a las actas, pero por debajo, en el trabajo práctico, la propia acción iba superando lo formal. A eso me refiero, a esa necesidad de escribir una historia desde el testimonio de cuantos hemos vivido ese tiempo.
En el XIV Congreso, en el que fue elegido Eladio Villanueva como Secretario, después de una campaña precongresual ignominiosa sobre mi persona, desaparezco de cualquier responsabilidad orgánica.
Insisto, todo esto son solo pinceladas de toda una época, y como pinceladas hay que tomarlas. Sería bueno que se hiciese un trabajo riguroso al respecto. Por mi parte, de momento, aquí lo dejo. Gracias.
Jose María Olaizola Albeniz.