Palabras del Subcomandante Insurgente Marcos a
Caracol de
Buenas tardes, buenas noches. Mi nombre es Marcos,
Subcomandante Insurgente Marcos, y estoy aquí para presentarles al Teniente
Coronel Insurgente Moisés. Él es el encargado por parte de
Vamos a hablar despacio, para la traducción. We will speak slowly, for the translation. Nous allons
parler doucement, pour la traduction.
Queremos agradecerles que hayan venido hasta acá a
conocer directamente lo que está sucediendo con el proceso zapatista, no sólo
con las agresiones que estamos recibiendo, sino también los procesos que se
están construyendo aquí en territorio rebelde, en territorio zapatista.
Esperamos que lo que vean, que lo que escuchen sirva
para que puedan llevar esa palabra muy lejos: a Grecia, a Italia, a Francia, a
España, al País Vasco, a Estados Unidos y al resto de nuestro país, con
nuestros compañeros de
Ojalá y no vayan a hacer como la
llamada Comisión Civil Internacional de Observación de los Derechos Humanos,
que lo único que vino a hacer aquí, hace unos meses, fue a lavarle las manos al
gobierno perredista de Chiapas, al decir que las agresiones que sufrían
nuestros pueblos no venían del gobierno estatal, sino del gobierno federal.
Quisiera dar una plática de introducción a lo que va
a hablar el Teniente Coronel Moisés. Nos da gusto que haya coincidido con su
visita de ustedes acá que él ande por esta zona. Él es el compañero que ha
seguido más de cerca el proceso de construcción de la autonomía dentro de las
comunidades zapatistas.
Quería explicar, a grandes rasgos, lo que ha sido la
historia del EZLN y de las comunidades indígenas zapatistas en este territorio,
en Chiapas pues. Me refiero a los Altos de Chiapas, la zona del Caracol de
Oventic; la zona tzotz choj, tzeltal-tojolabal, que es la del Caracol de
Morelia; la zona chol que es la de Roberto Barrios, en el norte de Chiapas; la
zona tojolabal o Selva Fronteriza, que es el Caracol de
El día de mañana, están invitados a visitar un
poblado que tiene muchos años de ser bases de apoyo del EZLN. Van a tener el
honor de ser guiados por el Comandante Ismael, que está aquí. Este compañero
junto con el Señor Ik —el finado Comandante Hugo o Francisco Gómez, que era su
nombre civil—, estuvieron recorriendo estas cañadas, hablando de la palabra
zapatista cuando nadie estaba con nosotros.
Él los va a llevar. Van a ir a ver el lugar donde los
soldados estaban buscando marihuana. Queremos que ustedes vean si hay
marihuana. Si encuentran, no se la vayan a fumar, sino que hagan la denuncia
para destruirla. No, no hay marihuana. Pero no nos creen a nosotros, a lo mejor
a ustedes. A ustedes… ¡menos! Ya que los vean, no les van a creer nada.
Está también con nosotros el Comandante Masho, aquí a
mi derecha. También es de los compañeros comandantes que acompañaron al Señor
Ik, al Comandante Hugo, cuando apenas empezaba el EZLN en esta cañada. Y es
parte de
¿Cómo empezó todo? Hace 24 años, casi 25, llegó un
pequeño grupo de urbanos, o de ciudadanos como les decimos nosotros, no a esta
parte de la selva, sino mucho más adentro, lo que ahora se conoce como
Ese pequeño grupo, de los que quedamos entonces,
tenía esa concepción tradicional, clásica u ortodoxa, si la quieren llamar así,
pero tenía también una carga ética y moral que no tenía precedentes en los
movimientos guerrilleros o armados en América Latina. Esta herencia ética y
moral venía de otros compañeros que ya habían muerto, enfrentándose al ejército
federal y a la policía secreta del gobierno mexicano.
Durante todos esos años, estábamos solos. No había
compañeros en los pueblos. Nadie de Grecia venía a vernos. Ni de Italia ni de
Francia ni de España ni del País Vasco. Vaya… ¡Ni de México! Porque éste era el
rincón más olvidado de este país. Eso que era algo en contra, más adelante se
iba a convertir en una ventaja: el hecho de estar aislados y olvidados nos
permitió, entonces, hacer un proceso de involución. Alguno que sea ortodoxo
conocerá el libro que dice “la transformación del mono en hombre”. En ese
entonces, fue al revés: el hombre se transformó en mono, que era lo que éramos nosotros.
Incluso físicamente, por eso uso pasamontañas pues. Es una cuestión de estética
y buen gusto que hay que taparse la cara.
Este pequeño grupo sobrevivió a la caída del Muro de
Berlín, al derrumbe del campo socialista, a la claudicación de la guerrilla en
Centroamérica —primero con el FMLN en El Salvador, luego con aquello que alguna
vez se llamó el Frente Sandinista de Liberación Nacional, en Nicaragua. Y más
después, la unión revolucionaria de Guatemala,
Lo que lo hizo sobrevivir fueron dos elementos, según
nosotros: Uno, era la necedad o la terquedad que, probablemente, esa gente
traía en el DNA. Y la otra, fue la carga moral y ética que había heredado de
los compañeros y compañeras que habían sido asesinados por el ejército, en estas
montañas precisamente.
Las cosas se hubieran quedado ahí, con dos opciones:
Un pequeño grupo que pasa décadas encerrado en la montaña, esperando algún
momento que pasa algo y puede actuar dentro de la realidad social. O terminar,
como alguna parte de la izquierda radical en México entonces, como diputados,
senadores, o presidentes legítimos de la izquierda institucional en México.
Pasó algo que nos salvó. Nos salvó y nos derrotó en
esos primeros años. Y lo que pasó está sentado aquí a mí izquierda, que es el
Teniente Coronel Insurgente Moisés, el Comandante Masho, el Comandante Ismael y
muchos otros compañeros que convirtieron el EZLN, de un movimiento guerrillero
foquista y ortodoxo, en un ejército de indígenas.
No se trataba sólo de que era un ejército mayoritariamente
compuesto por indígenas. Mayoritariamente… me estoy cubriendo porque, en
realidad, de cada 100 combatientes, 99 eran indígenas y uno era mestizo. No
sólo eso, sino que ese ejército y su concepción sufrió una derrota en su
planteamiento iluminador, su planteamiento de dirección, caudillista,
revolucionario clásico, donde un hombre, o un grupo de hombres, se convierte en
el salvador de la humanidad, o del país.
Lo que pasó, entonces, es que ese planteamiento fue
derrotado a la hora que confrontamos a las comunidades y nos dimos cuenta, no
sólo que no nos entendían, sino que su propuesta era mejor.
Algo había pasado en todos los años previos, décadas
previas, siglos anteriores. Nos estábamos enfrentando a un movimiento de vida,
que había logrado sobrevivir a los intentos de conquista de España, de Francia,
de Inglaterra, de Estados Unidos, y de todas las potencias europeas, incluyendo
Los que venían a salvar a las comunidades indígenas,
fueron salvados por ellas. Y encontramos rumbo,
destino, camino, compañía y velocidad para nuestro paso. Lo que, entonces y
ahora, llamamos “la velocidad de nuestro
sueño”.
El EZLN tiene muchas deudas con ustedes, con gente
como ustedes, en México y en todo el mundo, pero nuestra deuda fundamental está
en nuestro corazón: en el corazón indígena. En esta comunidad y en miles de
comunidades como ésta, que están pobladas por compañeros bases de apoyo
zapatistas.
En el momento en que el pequeño grupo guerrillero
hace contacto con los pueblos, hay un problema y una lucha. Yo tengo una verdad
—yo, el grupo guerrillero—, y tú eres un ignorante, te voy a enseñar, te voy a
adoctrinar, te voy a educar, te voy a formar. Error y derrota.
A la hora que se empieza a
construir el puente del lenguaje, y empezamos a modificar nuestra forma de
hablar, empezamos a modificar nuestra forma de pensarnos a nosotros mismos y de
pensar el lugar que teníamos en un proceso: Servir.
De un movimiento que se planteaba servirse de las
masas, de los proletarios, de los obreros, de los campesinos, de los
estudiantes para llegar al poder y dirigirlos a la felicidad suprema, nos
estábamos convirtiendo, paulatinamente, en un ejército que tenía que servir a
las comunidades. En este caso, las comunidades indígenas tzeltales, que fueron
las primeras donde nos instalamos, que fue en esta zona.
El contacto con los pueblos significó un proceso de
reeducación más fuerte y más terrible que los electroshocks que acostumbran en
las clínicas siquiátricas. No todos lo soportaron, algunos sí lo soportamos,
pero nos seguimos quejando todavía a estas alturas del partido.
¿Qué pasó después? Lo que pasa es que el EZLN se
convierte en un ejército de indígenas, al servicio de los indígenas, y pasa de
los seis con que empezamos el EZLN, a más de seis mil combatientes.
¿Qué es lo que detona el alzamiento del primero de
enero de 94? ¿Por qué decidimos alzarnos en armas? La respuesta está en los
niños y en las niñas. No fue un análisis de la coyuntura internacional.
Cualquiera de ustedes estará de acuerdo conmigo en que la coyuntura
internacional no era propicia para un alzamiento armado. El campo socialista
había sido derrotado, todo el movimiento de izquierda en América Latina estaba
en una etapa de repliegue. En México, la izquierda estaba llorando la derrota
después de que Salinas de Gortari no sólo había hecho un fraude, sino había
comprado a buena parte de lo que era la conciencia crítica de la izquierda en
México.
Cualquiera mínimamente razonable nos hubiera dicho:
no hay condiciones, no se alcen en armas, entreguen las armas, entren a nuestro
partido, etcétera, etcétera. Pero hubo algo adentro que hizo que desafiáramos
esos pronósticos y esas coyunturas internacionales.
El EZLN entonces se plantea, por primera vez,
desafiar el calendario y la geografía de arriba. Los niños y las niñas, les
dije. Ocurrió que en esos años, a partir del principio de los noventa, de 1990,
hubo una reforma que impedía que los campesinos pudieran acceder a la tierra.
La tierra, como van a ver mañana, cuando suban la loma que va hacia el pueblo
de Galeana, ésa era la tierra que tenían los campesinos: laderas empinadas,
llenas de piedra. Las buenas tierras estaban en manos de los finqueros. En los
próximos días, van a ir a ver, también, esas fincas y van a poder ver la diferencia
entre la calidad de tierra.
Se acabó la posibilidad de acceder a un terreno de
tierra. Y, al mismo tiempo, las enfermedades empezaron a acabar con los niños y
con las niñas. De
Yo sé que en la ciudad esto puede ser hasta una
ventaja: mientras menos burros, más olotes, dicen. Pero en el caso de un pueblo indígena, la muerte de su niñez significa su
desaparición como pueblo. O sea, en el proceso natural, los adultos crecen, se
hacen ancianos y mueren. Si no hay niños, esa cultura desaparece.
La mortandad de los indígenas, de los niños y de las
niñas indígenas, agudizó todavía el problema. Pero la diferencia que había aquí
al resto de otros pueblos indios, es que aquí había un ejército rebelde,
armado. Fueron las mujeres las que empezaron a empujar esto. No fueron los
hombres. Yo sé que la tradición en México —los mariachis, Pedro Infante y todo
eso— es que los hombres somos muy machos. Pero no fue así. Quienes empezaron a empujar: hay que hacer algo, ya
no, y ya basta, fueron las mujeres, que veían morir a sus hijos y a sus hijas.
Empezó a haber una especie de rumor en todas las
comunidades: hay que hacer algo, ya basta, ya basta, en todas las lenguas. Para
entonces, ya estábamos también en la zona de los Altos. Y ahí teníamos dos
compañeras que habían sido, y son todavía, la columna vertebral en ese trabajo:
la finada Comandanta Ramona y
Por diversas partes empezó a surgir esta inquietud,
esta molestia… Vamos a decirlo por su nombre: esta rebeldía en las mujeres
zapatistas, que había que hacer algo. Nosotros hicimos lo que teníamos que
hacer, entonces, que era preguntarle a todos qué íbamos a hacer. Hubo,
entonces, en 1992, una consulta —sin televisión, sin gobierno del Distrito
Federal, sin nada de lo que hay ahora—, y pueblo por pueblo se pasó y se
realizaron asambleas —como ésta en la que estamos ahorita—. Se planteaba el
problema. La disyuntiva era muy sencilla: si
nos alzamos en armas, nos van a derrotar, pero va a llamar la atención y van a
mejorar las condiciones de los indígenas. Si no nos alzamos en armas, vamos a
sobrevivir, pero vamos a desaparecer como pueblos indios.
La lógica de muerte es cuando nosotros decimos: no
nos dejaron otra opción. Ahora, después de catorce, casi quince años, nosotros
—los que llevamos más tiempo aquí— decimos: qué bueno que no teníamos otra
opción.
Los pueblos dijeron: para eso estás, pelea, pelea con
nosotros. No se trataba sólo de una relación formal, de mando. Porque
formalmente era al revés: formalmente, el EZLN era el mando y los pueblos eran
los subordinados. Pero en los hechos, en la realidad, era al contrario: los
pueblos sostenían, cuidaban y hacían crecer al Ejército Zapatista de Liberación
Nacional.
En ese entonces, fue importante también la
participación de un compañero mestizo, de la ciudad, el Subcomandante
Insurgente Pedro, que cae combatiendo el primero de enero del 94.
Cuando llevamos esa disyuntiva y los pueblos dicen
“alcémonos en armas”, el cálculo militar que hicimos —el Teniente Coronel
Moisés tal vez lo recuerda bien porque fue en esta montaña que está aquí a
espaldas del pueblo, allá arriba, en un campamento que teníamos, hubo una
reunión de todos los mandos zapatistas—, el planteamiento que yo les hice fue
éste: tenemos que pensar lo que vamos a hacer, porque cuando empecemos a echar
andar algo no se va a poder dar marcha atrás.
Si nosotros le empezamos a preguntar a la gente si
nos alzamos en armas o no, ya no vamos a poder detener. Sabíamos y sentíamos
que la respuesta iba a ser sí. Y sabíamos y sentíamos que los que iban a caer
éramos los que estábamos reunidos en estas montañas, aquí arriba de
Pasó lo que pasó. No les voy a contar el primero de
enero de 94, porque ustedes empiezan a saber de nosotros —bueno, algunos,
porque otros apenas estaban muy chavitos—, y se abre una etapa de resistencia,
decimos nosotros, donde se pasa de la lucha armada a la organización de la
resistencia civil y pacífica.
Algo pasó en todo este proceso que quiero llamar la
atención, que es: el cambio en la posición del EZLN respecto al problema del
poder. Y esta definición frente al problema del poder es la que va a marcar de
manera más honda la huella en el camino zapatista. Nosotros nos habíamos dado
cuenta —y en el nosotros que digo, ya van incluidas las comunidades, no sólo el
primer grupo—, nos habíamos dado cuenta que las
soluciones, como todo en este mundo, se construyen desde abajo hacia arriba.
Y toda nuestra propuesta anterior, y toda la propuesta de la izquierda
ortodoxa, hasta entonces, era al revés, era: desde arriba se solucionan las
cosas para abajo.
Este cambio de abajo para arriba significaba para
nosotros no organizarnos, ni organizar a la gente para ir a votar, ni para ir a
una marcha, ni para gritar, sino para sobrevivir y para convertir la
resistencia en una escuela. Esto fue lo que hicieron los compañeros, no el EZLN
original, aquel pequeño grupo, sino el EZLN ya con este componente indígena.
Esto que ahora se conoce a grandes rasgos como la construcción de la autonomía
zapatista, es un proceso que les va a detallar ahora el Teniente Coronel
Insurgente Moisés.
Antes de eso, quería yo señalar algunas cosas. Se
dice, no sin razón, que en los últimos dos años, el 2006, el 2007, el
Subcomandante Marcos trabajó, con empeño y con éxito, en destruir la imagen
mediática que se había construido en torno a él. Y les llama la atención cómo gente que antes estaba cerca, ahora se han alejado o se
han vuelto, definitivamente, anti-zapatistas. Algunos de ellos fueron a sus
países a dar pláticas y fueron recibidos como si fueran los que se alzaron en
armas. Eran los zapatólogos, dispuestos a viajar con todos los gastos pagados,
a recibir los aplausos, las caravanas y alguno que otro favor, cuando viajaban
al extranjero.
¿Qué pasó? Les voy a
decir cómo lo vemos nosotros. Ustedes tendrán su visión. A la hora que
se alza el EZLN, surge… Voy a explicarme: aquí en las zonas indígenas se habla
mucho de “los coyotes”. Los coyotes, quiero hacer la diferencia porque para los
yaquis y los mayos el coyote es muy chingón, pues, es emblemático. En Chiapas
no. El coyote es el intermediario. Es alguien
que compra barato a los indígenas, y luego revende caro en el mercado.
Cuando se da el alzamiento zapatista,
surgen lo que nosotros llamamos los intermediarios de la solidaridad. O sea,
los coyotes de la solidaridad. Esta gente que decía, y aún dice, que tiene la
interlocución con el zapatismo, que tienen el teléfono rojo, que son los que
saben cómo está la cosa aquí, y eso les significa un capital político. Vienen y
traen alguna cosita, o sea pagan barato, y van y se presentan como los
emisarios del EZLN: cobran caro.
La aparición de este grupo de
intermediarios, donde había políticos, intelectuales, artistas y gente del
movimiento social, nos ocultó a nosotros la existencia de otras cosas, de otros
abajos. Nosotros intuíamos que
Estos intermediarios organizaban y
hacían cosas cuando estábamos de moda, y cobraban su capital político. Así como
hay quien organiza conciertos, que dice que son para acá y se queda con una
parte: cobra como su salario, o lo que le toca a su organización.
Había otro abajo. Nosotros siempre teníamos esa idea:
el zapatismo siempre se ha planteado que no es el único rebelde, ni el mejor. Y nuestra concepción no era crear un movimiento que
hegemonizara toda la rebeldía en México, o toda la rebeldía a nivel mundial.
Nunca aspiramos a una internacional, a la quinta internacional o ya no
sé en cuál vayan —¿Alejandro? Ya va
¿Qué pasó? Yo les voy a decir algunas cosas que para
ustedes no serán novedad. El cuento de una izquierda institucional está
perfectamente claro para los españoles, con Rodríguez Zapatero o Felipe
González; para el País Vasco —Gora Euskal Herria— más todavía; para
En México, no. Sigue habiendo esa expectativa: que es
posible que la izquierda que padecemos ahora, si llega al poder, lo va a hacer
impunemente. Quiere decir: va a poder llegar a gobernar sin dejar de ser de
izquierda. España, Italia, Francia, Grecia, prácticamente
todos los países del mundo, pueden dar cuenta de lo contrario: de gente de
izquierda, consecuente —no necesariamente radical—, que en el momento en que
llega al poder, deja de serlo. Varía la velocidad, varía la profundidad, pero
indefectiblemente, se transforman. Eso es lo que nosotros llamamos “el efecto estómago” del poder: o te digiere o te hace mierda.
Este acercamiento, en México, de la izquierda o de lo
que se autodenomina izquierda, al poder —ahorita me estoy acordando que salió en
un periódico que yo no estaba aquí, que estaba en
Entonces, nosotros teníamos que, se nos pedía por
este grupo de intelectuales, artistas, líderes sociales, que volviéramos la
historia hasta 1984, cuando pensábamos que un grupo, o una persona, si llega al
poder, transforma todo hacia abajo. Y que nosotros depositáramos la confianza,
el futuro, nuestra vida y nuestro proceso, a un iluminado, a una persona, junto
con una banda de 40 ladrones que es la izquierda en México.
Nosotros dijimos que No. No es que nos sea antipático
el presidente legitimo, sino simple y sencillamente no creemos en ese proceso.
No creemos que alguien, ni siquiera alguien tan guapo como el Subcomandante
Marcos, sea capaz de hacer esa transformación —bueno, las piernas—. Nosotros no
podíamos hacer eso, y entonces se da la ruptura.
Yo quiero llamarles la atención sobre una cosa:
entonces, dijimos lo que iba a pasar. Lo que está pasando ahorita. Cuando
nosotros lo dijimos, dijeron que le estábamos haciendo el juego a la derecha. A
la hora, ahora, que están repitiendo, hasta con nuestras mismas palabras, lo
que dijimos hace dos años, se dice que es para hacerle un servicio a la
izquierda.
El zapatismo es incómodo.
Como si en el rompecabezas del poder llegara una pieza que no encaja y que hay
que deshacerse de ella. De todos los movimientos que hay en México, uno de
ellos —no el único—, el zapatismo, es incómodo para esta gente. Es un movimiento que no permite conformarse, que no
permite rendirse, que no permite claudicar, que no permite venderse. Y
en los movimientos de arriba ésa es la lógica, eso es lo racional. Es la “real
politik”, como dicen.
Entonces, se da este distanciamiento que, poco a
poco, empieza a permear hacia los sectores internacionales, en América Latina y
en Europa, fundamentalmente. En ese trayecto,
sin embargo, se construyeron relaciones más sólidas. Por mencionar alguna, la
de los compañeros de
Este corrimiento a la derecha se oculta de la
siguiente forma, se dice: “el EZLN se radicalizó y se hizo más de izquierda”.
Disculpen, pero nuestro planteamiento sigue siendo el mismo: no buscamos la toma del poder, pensamos que las cosas
se construyen desde abajo. Y lo que
ocurrió es que esos sectores, los intermediarios de la solidaridad, los coyotes
internacionalistas, o la internacional del coyotaje, se habían corrido a la
derecha. Porque el poder no te deja acceder a él impunemente.
El poder es un club exclusivo, que tiene determinados
requisitos para entrar a él. Lo que los zapatistas llamamos “la sociedad del poder” tiene reglas. Y sólo se
puede acceder a él si se cumplen determinadas reglas. Cualquiera que busque la justicia, la libertad, la democracia, el respeto
a la diferencia, no tiene posibilidad de
acceder ahí, a menos que claudique de esas ideas.
Cuando nosotros empezamos a ver este corrimiento a la
derecha del sector aparentemente más zapatista, empezamos a preguntarnos por
qué había abajo, qué había detrás. Para ser sinceros, empezamos al revés:
empezamos en el mundo, o sea internacionalmente, y luego nos preguntamos por
México.
Por razones que tal vez ustedes puedan explicar, la
cercanía del zapatismo fue más fuerte con otros países que con México. Y fue
más fuerte en México que con la gente de Chiapas. Como si hubiera una relación
inversa en la geografía: quien vivía más lejos, estaba más cerca nuestro, y
quien vivía más cerca, estaba más alejado de nosotros.
Llegó la idea de buscarlos, con la
intuición y el deseo de que existieran: ustedes, otros como ustedes. Vino
Además de esta posición frente al
poder, hay una característica esencial en el zapatismo —y lo van
a ver ahora que estén en estos días aquí, o si hablan con los Consejos Autónomos
y con las Juntas de Buen Gobierno, o sea con las autoridades autónomas—: la renuncia a hegemonizar y homogeneizar la sociedad.
Nosotros no pretendemos un México zapatista, ni un mundo zapatista. No
pretendemos que todos se hagan indígenas. Nosotros queremos un lugar, aquí, el
nuestro, que nos dejen en paz, que no nos mande nadie. Eso es la libertad: que nosotros decidamos lo que queremos hacer.
Y pensamos que sólo es posible, si otros como nosotros quieren y luchan por
lo mismo. Y se establece una relación de compañerismo, decimos nosotros. Eso es lo que quiere construir
Hace unos meses, vinieron aquí compañeros de Corea,
de Tailandia, de Malasia,
Nosotros les decimos lo mismo, ahora, a cualquiera
que viene a proponer eso. Lo que nos interesa
es lo que está detrás: ustedes, otros como ustedes. No podemos ir a
Grecia, pero podemos hacer el cálculo y decir que de
los que quisieron venir, no están todos aquí. ¿Cómo podemos hablar con esos otros? Y decirles que no queremos
limosna, que no queremos lástima. Que no queremos que nos salven la vida. Que queremos un compañero, una compañera, y unoa
compañeroa en Grecia, que luche por lo suyo.
En Italia, en el País Vasco, en España, en Francia, en Alemania, Dinamarca,
Suecia —no voy a decir todos los países, porque qué tal que me falta uno y
viene la protesta—…
¿Para dónde miramos nosotros? Cuando les hago este
rápido recorrido, les hablo de una herencia moral
y ética de los que nos fundaron. Tiene que ver, sobre todo, con la lucha
y el respeto por la vida, por la libertad, por la justicia y por la democracia.
Nosotros tenemos una deuda moral con nuestros compañeros. No con ustedes, no
con los intelectuales que se alejaron, no con los artistas ni con los
escritores, ni los líderes sociales que ahora son anti zapatistas.
Nosotros tenemos una deuda con aquellos que murieron luchando. Y nosotros queremos que llegue el día en que nosotros podamos
decirles a ellos y a ellas, a nuestros muertos y a nuestras muertas, tres cosas
nada más: no nos rendimos, no nos
vendimos, no claudicamos.
El Teniente Coronel Moisés….
Palabras del Teniente Coronel Insurgente Moisés a
Buenas noches, compañeros, compañeras. Les quiero
pues, explicar, platicar de cómo se está construyendo la autonomía en los
distintos caracoles y en las Juntas de Buen Gobierno.
Pero antes de empezar eso, es así como les platicó el
compañero Subcomandante Insurgente Marcos, antes de la llegada de los
compañeros insurgentes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en todas
las comunidades se estaba viviendo muy difícil: explotados, humillados,
pisoteados y saqueados.
Les estoy hablando ahora de las tierras recuperadas,
que eran de los latifundistas. Ahí, nuestros abuelos y abuelas ellos lo
vivieron ahí. Y desde mucho más años atrás. Veían que los patrones son los
mandones. Y veían, nuestros abuelos y abuelas, que es igual los malos
gobiernos.
Entonces, cuando llega el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional —como dice el compañero Subcomandante Marcos— empezó el
trabajo en los pueblos: a hablar pues de la explotación. Entonces, nuestros
compañeros y compañeras, nuestros abuelos y abuelas, nuestros papás y mamás,
entendieron la necesidad de organizarse. Porque ya veían de lo que le estaba
pasando, de lo que le estaba sucediendo.
Entonces, ya había pues idea de que hay que
organizarse, de que hay que unirse, de que así tenemos fuerza. Pero en aquellos
tiempos, no se podía, porque los patrones y el mal gobierno no permitían. Y
había otras historias largas ahí en eso. Porque nos decía pues el mal gobierno
que hay que entrarse en las organizaciones oficiales, como
Entonces, nuestros papás y nuestros abuelos
participaron en esas organizaciones legales, que dice el mal gobierno que ahí
se va a resolver las necesidades, las demandas. Los probaron y no se resolvió
nada.
Se vino la idea de que hay que organizarse
independiente, organizaciones independientes; los probaron y no se resolvió
nada. Puras persecuciones, encarcelamiento, desaparición.
Por eso, cuando llega el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional se empezó a organizarse así nuestros pueblos. Entonces, se
hizo la aparición pública —como platicó el compañero Subcomandante Marcos—, ahí
se decidió pues, en el 94, que nos tenemos que gobernarnos nosotros.
Gracias a la idea de antes que se veía de por sí de
que tenemos que unirnos y organizarnos. Porque se vio desde antes que el mal
gobierno no nos respetaba. Entonces, nos organizamos, al principio, en los
municipios autónomos. Así se llamó “autónomo”. Para nosotros pues, así los
campesinos, los indígenas, tzeltales, tojolabales, choles, zoques, mames, no
entendíamos qué significa, qué quiere decir la palabra “autonomía”.
Poco a poco fuimos entendiendo que la autonomía era
de por sí lo que estábamos haciendo. Que nos preguntábamos lo que vamos a
hacer. Que discutíamos en las reuniones y en las asambleas y, luego, decidimos
pues los pueblos. Hasta ahorita podemos explicar ya lo que es la autonomía que
se está haciendo con nuestros Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas.
Más ahorita, nosotros lo sentimos pues como
indígenas, que así viven también nuestros hermanos indígenas en otros estados
de
Lo que pensábamos, lo que imaginábamos antes, ahora
está confirmado. Que nosotros los indígenas somos los más olvidados. Pero,
también, sabemos que la libertad y la justicia, y la democracia, también
necesitan los que no son indígenas.
Entonces, el trabajo pues de los municipios autónomos
ahora se ha consolidado más. Nuestros compañeros y compañeras han entendido
más, y ahora se dan cuenta que así debería ser en todo México. Donde el pueblo
manda y el que está gobernando debe obedecer. Es así como trabajan ahora
nuestras compañeras y compañeros.
En todas las áreas de lo que se está construyendo.
Hablando de salud, hablando de educación y de otros trabajos colectivos, es
discutido, analizado pues, en los pueblos, y luego la decisión general de lo
que se viene para construir lo que se necesita construir.
Se han dado cuenta pues nuestros compañeros y
compañeras que sí se puede hacerlo. Han aprendido más con los compañeros y
compañeras de las Juntas de Buen Gobierno. Y una cosa tan importante que,
también, nuestros compañeros están descubriendo cada vez más, que la
participación de las compañeras en los distintos cargos en la construcción de
la autonomía, es de que no pueden quedar solas las compañeras.
Claro, nos ha costado mucho. Porque hay un problema
desde antes, que nuestras compañeras se habían quedado como si fuera un objeto
que está aparte. Descubrimos ahí, en aquel tiempo pues de los patrones —como
las compañeras hablaron pues en el encuentro de las mujeres—, los patrones en
aquel tiempo eran maltratadas, violadas, a nuestras compañeras, a nuestras
abuelas y abuelitos.
Entonces, nuestros abuelos trataron de proteger a
nuestras abuelitas, para que no las vean enfrente de ellos, de los patrones, de
lo que le hacen encima de ellas. Y desgraciadamente, así se vino trayendo que
solamente los hombres se reúnen, discuten, y se fue quedando a un lado las
compañeras.
Con esta construcción de la autonomía que estamos
haciendo ahora, eso es lo que hemos descubierto pues: que ya no podemos seguir
como antes, que estaban a un lado las compañeras. Es como ahora de que las
compañeras en los pueblos se ayudan con los compañeros a resolver los distintos
problemas, a planear y a discutir, sacar propuestas para en las asambleas de
los municipios autónomos, o en las asambleas generales que hace
¿Dónde está la escuela, dónde está el aprendizaje?
Aquí mismo, adentro de las comunidades. Van mejorando de lo que nosotros pues
así los hombres se hace bien. Y lo que ven las compañeras que no está bien lo
que hacen los hombres, lo hacen a un lado ahora sí.
Entonces, ese tipo de construcción de la autonomía,
nuestros pueblos, hombres y mujeres, son los exigentes y exigentas de que se
debe cumplir los siete principios del mandar obedeciendo. Donde dicen pues así
nuestros compañeros y compañeras: si existiera
pues en México un gobierno que obedece, México sería diferente.
Cuando nosotros discutimos pues con nuestros
compañeros autoridades, o sea los comisariados, comisariadas, agentes y
agentas, hablan, por ejemplo, lo que en México se habla y se dice que es el
Congreso de
Entonces, la pregunta que se hacen nuestros compañeros
y compañeras autoridades: ¿cuándo nos preguntaron eso? Entonces, es ahí donde
dicen: no sirven para nada esos diputados, diputadas, senadores o senadoras que
están ahí. No representan al pueblo de México,
porque nunca nos preguntan, nunca nos consultan. No creemos de que los
obreros también les consultan la ley que necesitan.
Entonces, cuando se hacen las asambleas generales en
los municipios; las asambleas generales que hacen las Juntas de Buen Gobierno,
ahí se platica eso. ¿Qué pasaría si, en México, se le preguntara a todos los
millones de indígenas, a todos los millones de obreros, a todos los millones de
estudiantes, estudiantas, que ellos digan la ley que quieren?
Porque, por ejemplo, dicen, el Diego de Cevallos que
ya pasó de senador —creo— o diputado, ése es un terrateniente. No siente qué
sufre un indígena; no siente qué sufre un obrero o una obrera. Entonces, no
sabe pensar qué tipo de ley necesita a los trabajadores del campo y de la
ciudad.
Compañeros, compañeras, para hablar de la autonomía
parece muy sencillo, pero no es cierto. Los
discursos se escuchan muy bonito, en la práctica es otra cosa. Es como,
por ejemplo, hay muchos escritores, intelectuales, como dicen —o se dicen—; hay
libros que tiene escrito pues sobre autonomía. Quién sabe, a lo mejor tiene el
2 o el 5 por ciento de lo que más o menos se toca ahí sobre autonomía. El 95
por ciento le falta.
Para poder hablar de autonomía, hay
que vivir en donde se está haciendo. Para descubrir, para ver y
conocer más cómo es esto. Porque, por ejemplo, van a ver cómo es que va y viene
de la forma de cómo se hace en práctica lo que es la democracia, la decisión
que se toma.
En este caso, la instancia de autoridad máxima son
los compañeros y compañeras de
Salen las decisiones en los pueblos, se hace la
asamblea municipal. Ahí se logra la mayoría de la decisión de lo que propone
Y luego, al revés. O sea, lo contrario: los pueblos
pueden proponer de los trabajos o de las leyes que se necesita hacer. O sea,
para dar un ejemplo, en esta zona, todos los pueblos ahorita zapatistas están
decidiendo sobre cómo se va a trabajar las tierras recuperadas. En todos los
pueblos ahorita, en esta zona, están trabajando en eso. Todos los pueblos.
Falta la asamblea general de esta zona, para que ahí salga el mandato de cómo
se va a cuidar la tierra.
Entonces, ¿qué es lo que pasa cuando hay una asamblea
general? Háganse cuenta que ustedes son las comisariadas, agentas, que están
aquí ahorita; comisariados y agentes. A veces, sale la mayoría, la decisión, y
queda una minoría. Alguien de los compañeros o de las compañeras vuelven a
plantear de que el acuerdo tomado tiene problemas, tiene consecuencias después.
Entonces, la mayoría le dan pues el derecho de que argumente el compañero o la
compañera cuál sería la consecuencia de la que plantea el compañero o la
compañera. Según el argumento que da pues el compañero o la compañera, la
asamblea escucha, pone atención.
Si es un trabajo que no se ha puesto en práctica, la
mayoría dice: vamos a practicarla, y si no nos sale bien, nosotros somos los
que mandamos, vamos a tener que corregir nuevamente. O sea, le dicen a la
minoría de que no es porque no vale lo que dice, sino las cosas que se va a ir
practicando, se va a ir mejorando.
Entonces, la construcción de la autonomía en todas
las zonas zapatistas, son variadas. Diferentes formas de cómo los trabajan. Por
eso, en el regreso de ustedes ahí verán como van a platicar los compañeros y
compañeras que se fueron pues en los distintos caracoles, porque no es un solo
modelo de cómo se trabaja. Por la misma situación que se vive en cada zona.
Por ejemplo pues, en el Caracol de Oventik, de
Morelia, de Roberto Barrios, ahí hay mucho los paramilitares. Eso es lo que nos
obliga de ver cómo se trabaja la autonomía con mucha seguridad. Porque hay
mucha provocación de los paramilitares. Y en otros caracoles, por las
distancias que hay pues así de un pueblo a otro, eso es lo que nos obliga de
que entonces vaya nuestros pasos diferente, de cómo ir construyendo nuestra
autonomía.
Pero bajo un principio que tenemos que llevar, practicando de lo que dice nuestros siete principios.
Que la que es de que nuestro gobierno tiene que obedecer y el pueblo manda. Que
nuestros gobiernos autónomos tienen que bajar a los pueblos y no que se suben
p’arriba para mandar, para no consultar, para no proponerle al pueblo.
Nuestros autoridades autónomos, los MAREZ y las
Juntas de Buen Gobierno tienen que proponer al pueblo. Y no van a imponer.
Nuestros autoridades autónomos tienen que trabajar para convencer al pueblo, y
no a que lo vencen por la fuerza. Nuestros autoridades tienen que construir lo
que se necesita, lo que es bueno, y no de que destruyan.
Nuestras autoridades tienen que representar, o sea de
lo que dice, verdaderamente es palabra, pensamiento del pueblo.Y no de que nada
más se hacen que dicen que es la palabra del pueblo y no la tiene consultado. O
sea, no queremos que suplantan las autoridades autónomas. Nuestras autoridades
autónomas queremos que le sirven al pueblo. Y no a que se sirve por ser
gobierno autónomo.
Entonces, nuestros pueblos, nuestras autoridades que
hay en todos los pueblos, en eso se guían para que se haga cumplir esos
principios. Y aquí, en las Juntas de Buen Gobierno, se turnan en gobernar pues
a su zona. Hombres y mujeres. Es ahí donde, entonces, se está logrando la
participación de hombres y mujeres.
Y por eso compañeros, compañeras, este tipo de
práctica, nuestros pueblos ven que esto ojalá que les sirviera pues a nuestros
hermanos y hermanas de afuera, tanto de México y de otros países. Porque, cuando el pueblo manda, nadie lo puede destruir.
Pero, también, tenemos que pensar que el pueblo, los pueblos también pueden
fallar, pueden equivocarse. Pero de ahí, ya no hay quién lo puede culpar.
No es así como está ahorita, podemos culpar a los
diputados y los senadores, a los gobernadores, a los presidentes municipales.
Pero el día de que el pueblo de México: obreros, maestros, estudiantes,
indígenas, campesinos, todos, el pueblo de México, si ellos deciden, pues ya no
vamos a encontrar ni quién vamos a acusar.
Si un día pues, vamos a cometer un error, así como
fuimos buenos para decidirlo que vamos a hacer eso, así debemos ser buenos para
limpiar la mierda que vamos a hacer. Algo así, eso pues, es donde verdaderamente
el pueblo la decide ya eso. Pero esto hay que quitárselo al que está mandando
ahorita, el mal gobierno. Que son ellos los que tienen ese poder.
Y por eso, decimos pues de que lo que nos hizo a que
se practicara más pues así la autonomía acá, es cuando se los quitamos las
tierras a los terratenientes, o los latifundios. Ahí donde se ve de que ahí se
toman pues así los medios de producción. Así nada más no se logra. Para eso se
necesita organización.
Entonces, compañeros, compañeras, así trabajamos pues
esto. Esperemos pues así de que les haya servido sobre la forma de cómo y que
nos hace falta mucho más trabajarlo, mejorarlo. Pero lo van a ver, porque van a
visitar algunos pueblos. Ahí les puede explicar más, directo, de cómo ellos
pues la vivieron. Y cómo fue de que, entonces, la ganaron de donde están
viviendo pues ahora. Sólo compañeros y compañeras.