El Tao del Anarquismo, o el Anarquismo del Tao

Hace cierto tiempo, revisando nuestra biblioteca encontramos un ejemplar de un libro que de inmediato llamó potentemente nuestra atención; se trataba de El Libro del Camino y de la Virtud, más conocido tradicionalmente como Tao Te Ching. Este libro en particular consiste en una edición de Tierra y Libertad de México, del año 1963. Aparte de la curiosidad que significa la edición de un libro con un fuerte contenido metafísico y religioso por una editorial anarquista, éste presenta otras cualidades particulares, tales como derivar de una cadena de traducciones sucesivas del chino al esperanto, y de éste al castellano. El responsable del traslado del chino al esperanto fue Taiji Yamaga, uno de los más conocidos anarquistas japoneses, pacifista y esperantista desde los comienzos del siglo. La traducción del esperanto al castellano de esta obra fue hecha por Eduardo Vivancos. Como no podría ser de otra forma, la edición presenta una introducción de Víctor García, anarquista español que realizó viajes por todo el mundo, especialmente por el lejano oriente. García además es autor de diversos libros de relatos de viajes por China y Japón (Escarceos sobre China, Japón, Hoy), en donde analiza, con conocimiento de terreno, los aspectos de la filosofía oriental más cercanos a lo que podría considerarse como anarquismo.

Pasada esta sorpresa inicial, la inquietud nos llevó a indagar un poco más sobre lo que nos revelaba nuestra biblioteca sobre el tema. Lo que nos ocupa hoy, al mencionar este libro, son los paralelismos entre la filosofía taoísta y el anarquismo moderno. Angel Cappelletti, en el primer capítulo de su libro Prehistoria del Anarquismo traza algún panorama sobre esto. Se dice que Lao Tse fue el autor del Tao Te Ching, y diversas dudas existen respecto a su existencia como persona real, lo que, por supuesto, carece totalmente de importancia. Haya sido una o varias personas, lo importante es lo que a través de los siglos ha llegado a nuestro tiempo sobre esta filosofía, como también el conocimiento de que en oriente se habían gestado con anterioridad ideas similares a las de los epicúreos, estoicos o cínicos de la antigua Grecia. Así tenemos que tras una cosmología naturalista, el principio básico del Camino (Tao) consiste en "obrar sin obrar" (wei wu wei), lo que significa obrar de acuerdo a su naturaleza original, sin violentar jamás sus normas. El taoísmo, entonces, sostiene que la mayoría de las creaciones humanas, entre ellas las leyes, jueces, gobernantes, jerarquías, violencia, constituyen corrupciones del Tao y la naturaleza; para lo que se contrapone la inacción.

 Un país se administra por la rectitud,
una guerra se conduce con estrategia,
pero el mundo se gana por el no-actuar.
¿Cómo sé que esto es así?
Por lo siguiente:
A medida que aumentan las leyes limitando la acción de los hombres,
éstos se empobrecen.
Cuantos más implementos de bienestar tiene el pueblo,
más el estado se perturba.
Cuantos más artesanos ingeniosos hay,
más objetos extravagantes aparecen.
Cuantas más leyes y decretos se promulgan,
más ladrones y bandidos hay.
Por eso el Hombre Justo declara:
"No actúo
y el pueblo se transforma por sí mismo.
Amo la quietud
y el pueblo adoptará el orden.
No intervengo
y el pueblo se hace próspero por sí mismo.
No alimento deseos
y el pueblo se comportará honestamente”.
(Cap. LVII)

El libro presenta una interpretación de cada capítulo, realizadas por el propio Taiji Yamaga. La dificultad de traducir desde el chino, un idioma ideográfico, a otros idiomas, conduce a la necesidad de resaltar los posibles significados de términos y metáforas, lo que en la pluma del anarquista japonés se transforma en un verdadero curso sobre las ideas libertarias de la antigua China.

Posiblemente, más de un anarquista convencional podría sentir cierto comezón en el momento de evaluar esta actitud, aunque hubo algunos conocidos -aunque no convencionales- como Tolstoi, que simpatizaron con esta visión. La ideología anarquista tradicional, desarrollada principalmente en la segunda mitad del siglo pasado y principios de éste, inmersa en un poderoso trasfondo positivista, se basa en la acción activa en búsqueda de una idea de revolución (o utopía). Un siglo después, la postura del anarquismo se encuentra casi totalmente resignificada, al cambiar en forma radical las condiciones y estructura de la sociedad, así como los hombres que la impulsan. Sin el menor ánimo de establecer alguna escala de valores, creemos que el anarquismo ha abandonado su matiz positivista para experimentar en una filosofía de contradicción y abandono de la lógica tradicional (o "sentido común"), como lo tenemos expresado en los mensajes del mayo francés, en la década del 60. Reforzando este paralelismo y cerrando el círculo, sólo comentaremos hoy que el taoísmo, al fusionarse con la filosofía budista, dió origen a una práctica muy particular y difícil de describir, que es el budismo zen, donde la contradicción es sistemáticamente usada para trascender los problemas. Pero esas cuestiones, esperamos, serán otros capítulos.

 

E.K.